Cuando escuchamos la palabra arsénico (As), la mayoría de nosotros no podemos dejar de asociarla con alguna sustancia venenosa. En la época del imperio Romano (600 a. C.), pasando por la Edad Media hasta el Renacimiento, al arsénico se le denominó el "rey de los venenos" porque se le empleaba como una sustancia para deshacerse de personas "incómodas" por motivos políticos o personales.
Independientemente de esos fines y algunos otros para los que comúnmente fue usado en la antigüedad, también se tiene conocimiento de los estudios iniciales sobre su toxicidad en la época de los alquimistas. Paracelso, uno de ellos, fue de los primeros en realizar el estudio de las sustancias químicas tóxicas mediante el establecimiento de la relación entre la dosis (¿qué tanto de la misma consumimos?) y la respuesta que produce (¿cuál es el efecto sobre nosotros?). Este estudio contribuyó al surgimiento de la toxicología; gracias a esta disciplina es que hoy en día se conocen los efectos específicos de daño a la salud que provoca la exposición prolongada al arsénico. Asimismo, gracias a ese conocimiento se ha podido establecer una legislación que regula la presencia y la concentración de este elemento en el agua que consumimos en nuestras actividades cotidianas. ¿Y cómo es que podemos quedar expuestos al arsénico?
Entre las fuentes naturales de arsénico podemos encontrar la actividad volcánica y el agua subterránea (mantos acuíferos) que se encuentra en contacto con rocas o minerales como la arsenopirita o la arsenolita, las cuales contienen altas concentraciones de arsénico. Ambos fenómenos provocan la liberación de arsénico al ambiente y, específicamente, al agua..leer más
Lugar: San Luis Potosí, S.L.P.